Una guitarra, un café, una muestra de aquellos vicios desparramados por su micro lugar y el recuerdo, de aquello que nunca pasó.
Una vez más, se llenaba de aire en su adormecedora existencia, para poder seguir, porque claro, sólo con respirar era suficiente para volver a sentise viva.
Pero de a ratos necesitaba más. Aquello que se esforzó en alejar, eso que desde lejos parecía no llamarle la atención, empezó a inquietarla y a poner todos sus prejuicios sobre un manto de dudas que no podía esconder.
Nubes nocturnas y ni una estrella a la vista. Luces aritficales que no llegaban a protegerla de la oscuridad.
Sus pasos ya no eran firmes, porque había decidido caminar lento y pausado. Ya no quería dejar nada dentrás. Quería empezar a vivir todo una y otra vez, hasta encontrar la manera de que esa experiencia por fin le enseñara cómo es sentirse llena otra vez.
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