No puedo decir con certeza que no me importa. Aunque quisiera gritar esa mentira, las decisiones tomadas son el reflejo de algo que realmente acepté como era, y tomé con gusto y sobre todo con realismo. Por primera vez en mucho tiempo, mi cabeza supo que las expectativas del mañana no debían existir, y sabiendo esto, quise detenerme igual en ese sólo instante que me sacaría infinitas dudas sobre mi misma y sobre mi alma.
Las dudas se disiparon, pero con ellas, una inmensa oscuridad se apoderó de mi alma, al saber que no hay remedio a ciertas suposiciones ajenas, que no se puede pretender que todos veamos el mismo pequeño acto con los mismos ojos, y jamás, pero jamás, habrá respeto si uno mismo no lo planta con ciertos “no” necesarios a tal fin.
Me rehúso a admitir mis decisiones como errores, porque lo que logré fue poniendo el corazón y la mente, auque apostando lo mínimo necesario, sabiendo que no hacía falta apostar de más si nada venía después. Alterando mis convicciones solo por ese pequeño pedazo de tiempo que me llevaría un paso más allá de mi pasado.
Es una lástima que el resto de los ojos no vean que se puede seguir sin que ese momento altere el espacio y el tiempo. Es muy triste ver que miedos infundados, prejuicios e inmadurez, logren que el cariño se vuelva mezquino y no quiera ni siquiera recordar. Que las actitudes egoístas y la falta de tacto, hagan que todo cambie de valor, y aquellos buenos recuerdos, se trasformen en dudas.
La sinceridad y la transparencia me dan la inmunidad necesaria para pararme frente a la situación y decir que yo no me equivoqué. Mostré quien soy desde un principio incluso sin saber a donde me llevaría eso. Fui honesta y clara con ciertos defectos que reconozco con creces, y que sé que son difíciles de tolerar. También jugué el juego de aceptar lo que del otro lado se reflejaba, y sin quejarme jamás, tomé las cartas y jugué.
Yo hoy dejo de suponer que las actitudes ajenas sean lógicas y normales, lo que hace que deseche cosas y siga mis propios límites. Aunque como siempre, una sonrisa se esboce de mi, la intención no será querer mostrar superación, no soy lo suficientemente madura para lograr hacerla sin cumplir ciertos pasos en mi mente. Esa sonrisa simplemente denotará que no tengo de que arrepentirme y que hay lugares de los que necesito más que al resentimiento y que por eso lo evito.
Ella lo puede explicar un poco mejor...